Versiones
La colección se propone presentar a lectores de todas las edades la obra de grandes poetas de diversos lugares y épocas en nuestro castellano.
La cúpula de cristal reúne textos de los dos primeros libros de Amy Lowell (1874-1925), escritora estadounidense que fuera una incansable promotora de la palabra poética y referente del movimiento imaginista en su país. Hay aquí rimas llenas de fantasía, como las escritas especialmente para chicos, y poemas en verso libre, de imágenes exactas y ritmo preciso, donde ya se aprecia su trabajo con nuevas formas expresivas, que continuará en su obra posterior y le valdrá un Premio Pulitzer póstumo en 1926. Estas versiones, así como la selección de los textos, fueron realizadas por la poeta y traductora Daniela Camozzi.
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Estrellas como juguetes / Stars for toys, por Daniela Álvarez Camozzi
La traducción, en especial de poesía, es una aventura múltiple: uno de los modos de la lectura, la búsqueda, el diálogo y la escritura. Tensión y empatía entre la expresión poética de un yo en otra lengua y las posibilidades del habla y la escucha de quien traduce: una creación que irradia sobre otra, como dice la gran poeta uruguaya Circe Maia. Así leí a Amy Lowell, atenta a todas sus voces, las más expuestas y las más susurradas. Y así surgieron estas versiones: en el encuentro con esa polifonía, dejando que cada palabra “cayera en su lugar natural”, como ella misma propone como método en el prefacio de su bellísima compilación de poesía china.
En estos poemas —de sus dos primeros libros— hay una potencia, una maestría en la personificación de los objetos y en la fantasía de los textos rimados, una pasión-verdad en el dibujo preciso de las imágenes, en su ritmo, que me hechizaron por completo. Un hechizo que me llevó a emprender esta aventura, o mejor, ¡tantas aventuras! Buceé en el mar con hipocampos resplandecientes, corrí por jardines repletos de flores y casi alcanzo las frutas mágicas y gigantes que cuelgan en la casa del abuelo de Amy... Trepé por una escalera hecha de ramas hasta el cielo másalto, para ir a otro mundo, más brillante; derramé regalos infinitos, amé con locura generosa, como Amy a Ada, la mujer de su vida; me transformé en pez dorado y fugaz, buscando alimento o refugio y, al llegar al final de mi-nuestro viaje, descansé en la sombra fresca de unos sauces que me esperaban en la otra orilla.
Sí, traducir es, para mí, diálogo profundo y escucha atenta: una empresa llena de desafíos, igual que esos jueguitos electrónicos y su sinfín de pruebas. ¡Ah, pero entonces es juego también! Aventura y diversión que compartí con Amy, imaginándonos amigas, como en el poema “Pléyades”, donde fuimos dos nenas “con las estrellas como juguetes”.
¿No es la poesía todo eso, y más? Expresión de la vida, belleza del habla, encuentro. Cristal multicolor, agua relampagueada de sol: con esa luz vital y poderosa brillan los versos de Amy. Que este libro sea, también para ustedes, juego aventurado y luminoso: invitación a “trepar cada vez más alto”, libres, sin miedo, en la protección de los reflejos irisados de sus poemas.